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La luna y la montaña, crónica de un festival
Podríamos decir que la luna es la primer gran musa de la humanidad. Su nocturnidad, sus ciclos enigmáticos, sus transformaciones que vemos desde lo pedestre de la tierra. Hemos pasado de la luna, del mito -quizás envuelta en los escritos de Robert Graves que hablaba de ella como representación de Artemisa-, a un escenario casi de ciencia ficción como lo describe el poeta Robert Lowell-especialmente después del famoso alunizaje donde el hombre aterrizó en la luna-. Aún en pleno siglo XXI, no hemos perdido la capacidad de deslumbrarnos con la belleza de la luna. En Huachinera, Sonora, el Festival Luna de Montaña es testigo de ello.
Imaginemos lo siguiente: la belleza de la ruta serrana de Sonora, donde la poca luz industrial nos permite echar la vista hacia el firmamento celestial y poder observar los cuerpos cósmicos sin tanto ruido luminoso. Y ahí está la Luna, la luna de octubre, gigante, circular, como si fuera a estrellarse con nosotros, bañando con su reflejo de luz, casi plateada, Huachinera. Antes de perdernos en esa belleza lunar, suenan las primeras notas de la Banda Sinfónica del Estado de Sonora.
La agrupación, dirigida por el maestro Renato Zupo, hace suya la noche y le aúlla bellísimamente a la luna. Una ofrenda musical con sabor sonorense. Piezas de música regional, esa música producto de nuestra identidad. Música de nuestras raíces, del sabor bucólico del habitante de la sierra. Es el concierto de inauguración del Festival Luna de Montaña.
Del 6 al 8 de octubre, Huachinera y las subsedes Moctezuma, Bavispe y Bacerac fueron la sede y capital de la cultura en Sonora. Teatro, exposiciones, diálogos con libros, obras de títeres, talleres. Del Mariachi Juvenil Municipal de Nacózari de García, al Ballet folclórico del Grupo Representativo de la Universidad de la Sierra. Del teatro de títeres de L'ormiga Teatro, con sus historias mágicas sobre la infancia a los cuentos que relatan las historias serranas de Carlos René Padilla y su último libro “Bavispe”, ganador del Concurso del Libro Sonorense.
La luna y la montaña son dos entes, naturales, destinados a siempre encontrarse. Como personajes imborrables de Gerardo Cornejo y su recorrido en “La sierra y el viento”. La luna y la montaña son testigos atemporales de la vida en esa región. El final del Festival Luna de Montaña, después de tres días de intensa actividad cultural, cierra con el baile popular, símbolo inexorable de la alegría de la gente de la sierra.